Las decisiones que cambian todo: cómo liberarnos de nuestras propias ataduras para crecer
Hay instantes que funcionan como un despertar personal: no llegan con fuegos artificiales, sino con una claridad simple que nos recuerda que nuestras capacidades pueden ampliarse más de lo que imaginábamos. Todos partimos con habilidades básicas, contextos distintos y límites reales; la diferencia, al final, está en lo que hacemos con ello. Este artículo, inspirado en el mensaje de Javier Hernández Aguirán, te invita a mirar tus decisiones cotidianas como el punto de inflexión que enciende el crecimiento.
La soledad de decidir: un acto profundamente individual
Aunque estemos rodeados de gente, las decisiones que cambian el rumbo se toman a solas. Podemos escuchar consejos y sentir apoyo, pero el gesto final —decir “sí”, decir “no”, empezar, continuar o parar— es radicalmente personal. Ahí empieza la responsabilidad: tomar posesión de lo que elegimos y de lo que dejamos de elegir.
“Cada elección que hacemos nos define”. Repetir esa frase en voz alta ayuda a encuadrar lo que viene: la vida no solo nos pasa; la construimos con elecciones pequeñas y sostenidas que, en conjunto, dibujan quiénes somos y hacia dónde vamos. Esta es la filosofía de responsabilidad personal que caracteriza a Javier: actuar desde dentro, sin excusas, sin delegar en el azar.
Identificar nuestras ataduras invisibles
Antes de la lista, una breve introducción: llamaremos ataduras invisibles a los miedos, hábitos o creencias que limitan sin que nos demos cuenta. Nombrarlas es el primer paso para soltarlas.
- Miedos normalizados. Temor al juicio, al error, al rechazo. A veces se disfraza de prudencia, pero en realidad paraliza.
- Hábitos automáticos. Responder igual, postergar siempre, evitar conversaciones incómodas. Son cómodos, pero caros.
- Creencias heredadas. Frases que aceptamos sin probar (“yo no sirvo para…”, “a mi edad ya no…”). Funcionan como techos.
Preguntas-guía para reconocerlas (lee una por vez y responde por escrito en 2–3 líneas):
- ¿Qué idea sobre mí mismo me está frenando hoy?
- ¿Qué decisión importante estoy evitando?
- Si el miedo no opinara, ¿Qué haría diferente mañana?
- ¿Qué hábito repetido ya no me sirve y puedo sustituir por otro más útil?
Es normal que duela mirar de frente estas ataduras; el dolor no es señal de error, sino de que estás tocando algo importante.
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El poder de liberarse: técnicas para el cambio consciente
Antes de los puntos, una nota breve: no buscamos heroísmos, sino microavances sostenidos. La autonomía es la herramienta central del crecimiento.
Reflexionar sobre los propios valores
Cuando decides desde tus valores (aprendizaje, servicio, salud, excelencia, calma), tus elecciones se ordenan. Escribe tres valores que hoy quieras priorizar y anota una conducta que los exprese en las próximas 24–48 horas. Sin valores claros, el ruido decide por ti.
Realizar microdecisiones que empujen al cambio
Piensa en acciones de 10–15 minutos que te acerquen a lo que quieres: mandar un mensaje, preparar un borrador, ensayar una presentación, salir a caminar, ordenar el espacio de trabajo. Las microdecisiones acortan la distancia entre intención y resultado, y evitan la trampa de esperar “el momento perfecto”.
Hablar con personas de confianza para obtener perspectivas nuevas
A veces estamos demasiado dentro de la historia. Pide a alguien de confianza una observación concreta: qué ve que haces bien, qué ve que te frena y una sugerencia práctica. No necesitas que te den la respuesta; necesitas ver el ángulo que te estás perdiendo.
Recalcar la autonomía como herramienta clave
El cambio consciente empieza en la frase: “esta parte sí depende de mí”. Enumera qué sí controlas hoy (tiempo disponible, la próxima acción, con quién hablas, cómo te hablas) y muévete desde ahí. La autonomía no lo resuelve todo, pero mueve la aguja.
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El compromiso con uno mismo
El crecimiento no es un evento: es un proceso. Requiere constancia, objetivos pequeños y autocompasión para sostener el ritmo.
- Constancia realista. Mejor 15 minutos al día que 3 horas una vez al mes. La repetición crea trayectoria.
- Objetivos pequeños. Define metas que entren en tu agenda sin romperla. Lo pequeño acumula.
- Autocompasión activa. Trátate con firmeza amable: reconoce el esfuerzo, corrige el rumbo, sigue. La dureza sin dirección desanima; la amabilidad sin acción estanca.
Si un día fallas, no borres el camino andado: retoma al siguiente. El compromiso con uno mismo se prueba en esos regresos.
El bienestar nace del autoconocimiento: saber quién eres, qué te importa y cómo decides. No controlas todo lo que te ocurre, pero sí puedes elegir la siguiente respuesta. La invitación es concreta: dedica unos minutos cada día a revisar tus decisiones y pregúntate, con honestidad y sin dramatismos: “¿Esta elección me acerca o me aleja de la persona que quiero ser?”
No busques una respuesta perfecta; busca una respuesta suficiente para dar el próximo paso. Ahí, en esa decisión mínima y consciente, empieza la liberación de tus ataduras invisibles.
Si este tema te resonó, explora más contenidos de la Fundación De los pies a la cabeza o comparte estas reflexiones en comunidad. Pensar juntos y actuar en compañía puede sostener el proceso, pero recuerda: la decisión que cambia todo siempre la tomas tú.


