«Prefiero a un segundo que hace las cosas bien que a un ganador sin principios»
Isabel Macías (Zaragoza, 1984) ha sido campeona contra las demás y campeona contra sí misma. En competición con otras atletas, en lucha contra el infortunio y las lesiones, en batalla contra la frustración y las trampas. Sus principios, que son los principios del deporte, de la superación de los propios límites, le han llevado a algunas derrotas dolorosas contra las que se ha rebelado; pero también a una victoria perdurable: la de aquéllos que saben que están siendo legales, consigo mismos, con la competición, con la sociedad. Su formación en el ámbito del Magisterio, el Periodismo y la Comunicación, las actividades en favor de la mujer en el deporte, sus artículos en diferentes blogs y la condición reciente de madre han completado un perfil diverso que, sin embargo, sigue refiriendo a una mujer de una pieza. En todos los sentidos. Ahora vive su «tercera juventud» deportiva, tras una larga lesión y un hiato competitivo que ya dura año y medio. Un gran momento. Isabel Macías será ponente en el evento multiconferencia De los Pies a la Cabeza.
- Si uno se sienta a charlar con Isabel Macías tiene la tentación de preguntarse con qué Isabel Macías estará hablando: la atleta, la educadora, la mujer militante, la madre, la comunicadora…
- En realidad, hablas con Isabel, porque todas esas isabeles conforman a la misma. Creo que en ningún momento de mi vida puedo dejar de ser ninguna de ellas. Si alguien tiene la capacidad de tener realmente personalidades estanco, que me diga cómo hacerlo. Para mí, desde luego, es imposible. Al final, todo lo que decides, lo que haces, lo que te formas y las decisiones que tomas conforman tu personalidad. Y, quieras que no, en cada campo te basas en esas otras cosas que haces. Todas se relacionan entre sí de alguna manera.
- ¿Aprende o ha aprendido más la Isabel atleta del resto de tus perfiles o viceversa? ¿Cómo ayudan unas inquietudes o actividades a las otras?
- No creo que en la balanza pese más uno que otro. Lógicamente la Isabel atleta es la que más ha pesado, por sus características, y de la que más he aprendido. Puede que ahora eso también me pase con la Isabel mamá. El atletismo me ha permitido equilibrar la balanza de los estudios, a nivel organizativo. Sobre todo soy atleta, por dedicación, por los años que llevo. Y también he extrapolado muchos valores tomados del deporte al resto de actividades. En el atletismo he aprendido muchísimas cosas que me gustan, pero también otras que no… y tan importante es saber lo que quieres como esas otras realidades que quieres descartar de tu vida.
- Todos los deportistas reivindicáis el deporte como una gran enseñanza para el resto de la vida.
- El deporte te dota de experiencias y enseñanzas muy notables, y desde muy joven. Son oportunidades que seguramente el resto de personas de mi entorno no han podido tener. Tiene muchos factores positivos que luego puedes llevar al resto de la vida. Creo que la sociedad debería valorar el deporte mucho más de lo que hace, desde el punto de vista educativo. No puede ser que la Educación Física tenga la poca consideración que tiene, en comparación con otras asignaturas cuando, además de lo que aporta como formación, tiene unas consecuencias positivas de prevención y ahorro en salud que pueden beneficiar mucho a toda la sociedad. Si lo mirásemos de esta manera, el deporte sería mucho más valorado.
- En De los Pies a la Cabeza hablamos a menudo del peligro de confundir el verdadero éxito con el exitismo… Tú siempre te has mostrado muy frontal contra el éxito logrado con trampas y has valorado a «los campeones que no han sido proclamados campeones».
- En todos los campos de la vida hay gente que opta por el camino fácil, el más corto. Esa gente no busca en realidad el resultado, porque el resultado tiene que ser la consecuencia de un trabajo y un esfuerzo: si haces trampas, el resultado que obtienes es irreal. Si el objetivo es saber cuál es tu límite y de qué eres capaz, la gente que hace trampas nunca lo va a saber. Está convirtiendo de inmediato sus resultados en ilegítimos. Si yo hago deporte es para superar mis límites, para saber hasta dónde puedo llegar. Alguien que se dopa se está saltando ese principio. Y no está trabajando para superar sus propios límites porque no parte de su realidad física.
- Es una trampa contra uno mismo y contra los demás. Pero se llega a considerar: «Es que todos van dopados». Como si fuera lo normal.
- Yo nunca he podido entender que este tipo de cosas estén normalizadas o que se consideren tolerables. Pero, de todos modos, esto no pasa sólo en el deporte, también en otros ámbitos de la vida. Mucha gente se busca triquiñuelas en su día a día, basta con ver lo que ocurre con la corrupción política… Termina pareciendo lo normal porque, como lo hace todo el mundo, pues no pasa nada. Eso es lo que más miedo me da.
- Parte del problema tal vez provenga de que en la sociedad nos enseñan a admirar solamente a los que ganan.
- Hay muchos matices y muchas maneras de ser campeón. Y muchas veces ser campeón puede ser simplemente ser tu mejor versión. A lo mejor no serás el mejor de tu trabajo, o de tu clase. Pero eres un luchador. Es como ganar cada día una batalla, superar tus objetivos personales cada día. Es algo que constato a menudo, y no sólo en el deporte: prefiero a un segundo que ha hecho las cosas bien que a un ganador que no tiene miramientos ni principios.
- ¿Cuánto has conversado con tu propio cuerpo en todos estos años de atletismo, de deporte en la élite?
- Siempre digo lo mismo: el día que me levante de la cama y no sienta ninguna molestia ni me duela nada, será porque he dejado el deporte o porque directamente estoy muerta (risas). Ahora, después de la última operación, siempre tienes la obsesión de que no vuelvan las molestias. Al fijarte tanto en ellas, te encuentras otras, jaja. A un deportista siempre le duele algo. Ahora que no estoy tan en forma, entrenando sufro más. El otro día le decía a mi marido, que también es mi entrenador, que me faltaba fuerza no para impulsar, sino para sujetar las articulaciones. Me sentía como si fuera con las bielas sueltas. Todas esas percepciones seguramente son exclusivas de los deportistas, porque nos conocemos tanto nuestro cuerpo que percibimos cosas que la gente pasa más por alto.
- ¿En qué punto de su carrera y de tu vida está ahora mismo Isabel Macías?
- ¡En mi tercera juventud! En mi primera juventud aprendí mucho; después tuve una lesión fortuita, un esguince de rodilla y estuve tres años muy mal. En mi carrera deportiva he tenido muy mala suerte, he perdido seis años sin darme cuenta, por dos lesiones diferentes… Y después, cuando me recuperé, llegaron mis primeros años. Yo decía que vivía una segunda juventud. Y por eso ahora siento que estoy iniciando una tercera. Me siento renovada en todos los ámbitos. Físicamente me estoy encontrando muy bien y, mentalmente, mejor que nunca. Por las circunstancias, por el proceso tan peliagudo de recuperación tras operarme; por el hecho de ser mamá; por llevar un año y medio fuera de la competición… Está siendo un proceso de renovación, de reciclaje. A ver si a la tercera va la vencida.
- ¿Estás trabajando tu suerte… una frase que has escrito alguna vez?
- La verdad es que nunca he tenido suerte. Lo que he tenido me lo he ganado yo. Mi suerte es que no me pase nada malo. A ver si eso cambia, que del resto ya me encargo yo.
- Acabamos con otra de sus frases: «Ahora sólo queda seguir creciendo».
- Siempre se crece, siempre se mejora, siempre se avanza. Y sí, ésta es una de las etapas en las que, por las circunstancias, más estoy trabajando. Sí… sólo queda seguir creciendo.