¿Y si nos educamos de otra manera?

Si además de premiar al que triunfa, ayudásemos al que fracasa… ¿No llegaría a triunfar también? Si además de enseñar a vencer, enseñásemos a aprender de las derrotas… ¿No haríamos campeones diferentes? Reinventemos la Educación, eduquemos a las personas de modo distinto y ellas harán una sociedad mejor.

SERGIO GIL ABÁN, natural de Zaragoza, estudió para maestro de Primaria. Jamás llegó a ser un docente al uso porque en 2001, cuando cursaba segundo de Magisterio, le surgió la oportunidad de trabajar en el Reformatorio de Zaragoza como educador social. Y no dudó. Como tampoco vacila al sostener que estos más de 15 años de experiencia le han cambiado la vida: el modo de entenderla y explicarla.

No hace falta ingresar en un reformatorio para revisar y mejorar conductas, pero sí hace falta reformar cómo nos educamos para vivir una vida mejor Clic para tuitear

Sergio, ya en una etapa adyacente, apuesta por ser docente en educación, por educarnos en docencia vital. Lejos de resultar una redundancia, asoma como la solución más urgente a una sociedad que se nos viene agrietando en códigos y valores. Un rumbo siempre interno, de dentro a fuera, porque nada mejorará si uno no lo hace. La sociedad la componen personas, no los entes de poder. Personas con emociones y creencias, con inseguridades y anhelos que se han ido desarrollando a partir de una herencia genética y de incorporar conocimientos y principios, pautas de comportamiento y normas éticas. No solo en la escuela, también en el entorno familiar, en el barrio o en el parque.

Todas las personas haríamos un mundo mejor si fuésemos educadas de otra manera. No hace falta ingresar en un reformatorio para revisar y mejorar conductas, pero sí hace falta reformar cómo nos educamos para vivir una vida mejor. Si ahí dentro funciona, fuera también debería hacerlo… Lo hace. Comprobado.

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